"NO HE SABIDO MOTIVARLES"
"NO HE SABIDO MOTIVARLES"
"NO HE SABIDO MOTIVARLES"
Hace un mes tuve una conversación informal con un entrenador que me preguntaba sobre cómo gestionar la motivación de sus jugadores en el tramo final de temporada, donde les tocaba enfrentarse a rivales que estaban clasificados en la parte inferior de la tabla. A priori, rivales fáciles o así creía que lo interpretarían los jugadores de su equipo.
Quizás esperaba que le facilitara alguna técnica o estrategia para poder implementar con los chicos. Me hubiese encantado, pero fui incapaz. La motivación es uno de los procesos psicológicos a los que más importancia se le da en el mundo del deporte, en el mundo académico y en la vida cotidiana. Vaya, que la motivación es el proceso más mediático socialmente hablando. Por esta razón, antes de continuar escribiendo, siento la imperiosa necesidad de remarcar que existen más procesos psicológicos y que cada uno de estos procesos influye en el desarrollo del otro. Es difícil entender las motivaciones sin las emociones, el estilo de pensamiento sin el lenguaje, la percepción sin el aprendizaje y las múltiples combinaciones que podría llegar escribir para ejemplificar el desarrollo sistémico («desarrollo integral» para entendernos) de dichos procesos psicológicos. Ah, por cierto, y como bien dice su etiqueta, son procesos psicológicos y no momentos psicológicos. Voy a tratar de no alargar más la jugada y empezar a superar líneas.
¿De fuera a dentro o de dentro a fuera? ¿Cómo aprendemos las personas?
Responder esta pregunta cuando nos relacionamos con cualquier proceso de aprendizaje, es de vital importancia. Seamos padres, madres, entrenadorxs, maestrxs, profesorxs o lxs propixs aprendices. Los avances científicos demuestran que los aprendizajes más significativos (sean del ámbito que sean) son los que se adquieren de dentro-fuera. Es decir, cuando adquirimos y asentamos nuevos aprendizajes explícitos (que se pueden explicar con palabras) o implícitos (que no se pueden explicar con palabras, como el movimiento) utilizamos el valor personal en la relación con la fuente de estimulación a la que estemos expuestos. «Para, para. Esto significa que…» Sí, esto significa que vamos en contra dirección la mayor parte del tiempo por lo que los aprendizajes respecta. Tanto como aprendices como facilitadores de aprendizaje vamos en sentido contrario. Y si no me crees, hagamos lo siguiente: recuerda un aprendizaje significativo en tu etapa escolar, ¿qué dirías? ¿de dentro a fuera o de fuera a dentro?
El aprendizaje es una oportunidad que está en cada paso que damos. Y como adultos debemos asumir la responsabilidad que tenemos como creadores de aprendizaje para los que empiezan a caminar. Cada objetivo de aprendizaje en los entrenamientos, cada consigna, cada reacción al acierto o al error, cada valoración, cada feedback, cada charla motivadora pre-partido, cada palabra y cada gesto cimientan una escultura psicológica u otra. Así que sí, claro que hay problemas de motivación. Pero no porque no haya motivación. La motivación no es un producto que tengamos en stock o que se pueda agotar.
La motivación siempre está. El problema está en la orientación de la motivación.
Cuando nos motiva el resultado, el reconocimiento externo o los premios por goles y asistencias es porque nuestros facilitadores de aprendizaje nos han orientado en está dirección. De fuera a dentro. Por cada «si marcas un gol te daré un euro», por cada «hija mía, hoy has hecho un partidazo» u «hoy no me ha gustado como has jugado»; por cada «hoy tenemos que ganar para ponernos primeros», o «este fin de semana tenemos que dar el máximo porque jugamos contra el Manchester City» u «hoy tienes que hacerlo bien porque te viene a ver Menganito» se contribuye a la construcción de una escultura psicológica vacía por dentro. Quizás reluciente por fuera, pero fácil de caer al mínimo temporal. Una escultura compuesta por una motivación peligrosamente extrínseca muy alejada de la necesaria motivación intrínseca.
Cambiar de sentido es más fácil de lo que creemos (o nos hacen creer, eso da para 10000 líneas más). Cada 10 pasos tenemos un cambio de sentido que nos permite girar 180⁰ y caminar en dirección dentro-fuera. Tanto de aprendices como de facilitadores. Vale. ¿Cómo? Escuchando más y explicando menos. Preguntando sin expectativas de respuesta ni pediendo explicaciones. Con más intenciones y menos comportamientos. Con más retos y menos obligaciones. Con más proceso y menos inmediatismo. Y así, conseguiremos que la motivación deje de alimentarse de lo de fuera y empiece a nutrirse de lo de dentro no solo para ganar los máximos partidos que sean posible, sino para contribuir a un desarrollo mental saludable que permita al jugador rendir a corto, medio y largo plazo.
Ser padres y madres
Este verano me he leído la biografía de Aitana Bonmatí. Empezar y acabar un libro es uno de los retos del verano y lo he superado. Pero esto no es lo que importa.
Jugar con mochila
Si los especialistas de la condición física lo hubiesen visto, seguramente hubieran pensado que aquello estaba más cerca de una negligencia que no de un recurso condicional para fortalecer y optimizar el rendimiento.
Entrenar nuestra mirada
Hay estímulos que ni siquiera las cámaras son capaces de llegar a captar y sin embargo son factores que afectan al rendimiento de un jugador o jugadora.