LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

Todavía muchos se piensan que ir al Psicólogo Deportivo es meterte en una sala con un diván. Y, es posible que en algunos casos sea así, pero desde luego no en el mío.

Si hay algo en lo que llevo muchísimo tiempo invertido y que sé que tendré que seguir haciéndolo durante bastante tiempo más es en dar un nuevo significado a la intervención psicológica. Esto es fundamental para poder avanzar de forma ágil, flexible y saludable.

Y, para poder interiorizar este mensaje, hoy me gustaría compartir contigo mi experiencia personal. De paso, podrás conocerme más.

Pues bien, yo fui un pardillo de pequeño.

La verdad es que jugar a fútbol era algo que se me daba bastante bien. Era rápido, ágil, coordinado, tenía una muy buena relación con el balón y la verdad es que me llamaba mucho la atención. Aquí me tenéis:

Con 14 años, en un centro de tecnificación me ofrecieron la oportunidad de poder trabajar con un psicólogo. Se reunieron con mis padres, les explicaron cómo trabajaríamos y cómo la intervención psicológica podría ayudarme a mejorar mi rendimiento. Mis padres no tomaban decisiones por mí y siempre me lo compartían todo (que, en líneas generales, ha sido lo mejor que me ha pasado), pero quizá en ese momento, yo siendo adolescente inconsciente, sí que hubiese necesitado que ellos tomasen la decisión por mí.

Pues bien, como te decía, mis padres, prudentes, me preguntaron si quería trabajar con un psicólogo y mi respuesta fue tan rápida como contundente:

-Yo no estoy loco.

Esta respuesta creo que me perjudicó a lo largo de mi carrera deportiva. Tanto que, mira cómo es la vida, hoy estoy aquí, 20 años después, siendo psicólogo y tratando de acercar lo que significa una intervención psicológica a jugadores y a familias para que no sientan lo mismo que yo, para que no (se) nieguen algo que no saben qué es.

Al final, lo que recuerdo de mi etapa como futbolista, y créeme que me duele de narices, es de esconderme en líneas de pase, de preferir estar en el banquillo antes que en el campo para no exponerme, para estar tranquilo; incluso recuerdo generar mala vibra en el vestuario (y esto me da un poco de asco y es algo que sé que me acompañará toda la vida).

Pero también es cierto que es lo que me hace estar aquí y tener la energía que tengo para este proyecto, para exponerme yo, con mis vergüenzas e inseguridades, para transmitirte este mensaje.

Existe la creencia generalizada de que se va al psicólogo cuando se tiene un problema que curar, un problema del cual recuperarse, como cuando vamos al fisio cuando estamos lesionados. La principal diferencia es que la lesión es más fácil de reconocer que una patología por la sociedad en la que vivimos, que prima ser fuertes, valientes, perfectamente irrompibles. Y te aseguro que eso es imposible.

La fortaleza mental no es no romperse nunca. La fortaleza mental es la consecuencia de un buen desarrollo psicológico y es tan importante que entiendas esto como que te responsabilices de ello.

Para poder ser fuerte mentalmente necesitas respetar tu desarrollo natural, el de tu cerebro y el de tu mente.

Podrás desarrollar esa ansiada fortaleza mental:

  • Si tus áreas del cerebro están interconectadas con conexiones neuronales saludables y fuertes.

  • Si tu motivación se dirige en el sentido fuerte y no en el débil

  • Si tu atención es tu aliada y no tu enemiga

  • Si tu memoria está ejercitada y es flexible

  • Si tu comunicación es óptima y funcional

  • Si trabajas todo tu concepto

  • Si dominas tu conciencia cada día un poco más

  • Si dominas de verdad el locus de control

  • Si tus atribuciones son de crecimiento y no fijas o externas.

Esto es cuidarte, esto es fortaleza mental.

Así que, a partir de hoy, << Test Nombre >>, ya lo sabes. A partir de hoy ya sabes que el conocimiento y el control que tu hijo tenga su cerebro va a marcar su salud y, como consecuencia, su rendimiento.